Monday, June 4, 2012
Friday, June 1, 2012
El monacato benedictino
Leyenda y verdad de san Benito:
Hay que desmitificar que sea el padre de todos los mojes, pues como hemos visto no fue el primero, y que sea padre de Europa, pues antes hemos visto que ya se conocía la vida monástica.
Su vida:
1ª etapa: De Nursía a Roma: Nació en el 480 en Nursía a 110 Km al nordeste de Roma. Se formó en Nursía y luego en Roma, que había sido tomada por los germanos en el 476. Tenía dos tentaciones: una formación mundana y la otra las relaciones con una mujer pícara.
2ª etapa: De Roma a Subíaco: En el año 500 Benito debe abandonar Roma, por miedo a caer en las tentaciones. Ya siente el deseo de agradar a Dios. Se retira separándose de su nodriza a la ruta de Subíaco. Orienta su vida a la comunidad. En tres años experimenta tanto la tristeza como las tentaciones y el demonio. Así va creciendo su fama de santidad. Los monjes de Vicobaro lo declaran como Abad, pero enojados por su carácter quieren deshacerse de él y lo intentan envenenar. A todos los que pretenden seguirle los envía a monasterios y él se establece en San Clemente. Sus primeras reglas serían un combinado de las de San Pacomio y las de San Basilio. Junto al monasterio fundó una escuela, lo cual está intrínseco a todas las fundaciones. Tiene la idea de que el benedictino cuando acoge a una persona acoge al mismo Cristo. Tras otro intento de envenenamiento se vuelve a marchar.
3ª etapa: De Subíaco a Montecasino: Llega a Montecasino en el 529, del antiguo esplendor ya no quedaba nada en el poblado. Diseña los planos de un monasterio. Funda otro monasterio para su hermana, Escolástica, no muy lejos del suyo. Murió en el año 547 en un oratorio dedicado a San Martín de Tours.
Veamos un esquema de sus viajes:
480 >>>>500 >>>>529 >>>>+547
Nursía-->Roma-->Subíaco-->Montecasino
Su gran mérito es La Regula Monacorum:
Entre el 523-526 la compone. El manuscrito estuvo en Montecasino.
Hizo una síntesis de las reglas anteriores: Pacomio, Basilio y Agustín.
Se distinguen seis partes:
1ª (7 cap.) Se define la vida monástica, la influencia del abad en el monasterio y las virtudes monásticas.
2ª (8 - 20 cap.) Trata sobre la oración y el oficio divino.
3ª (21 - 30) Son temas disciplinares, que tratan de mantener el orden en el monasterio.
4ª (31 - 57) Trata de la vida cotidiana en el monasterio.
5ª (58 - 63) El reclutamiento vocacional.
6ª (64 - 67) Nombramiento del abad y prior, la clausura, y la vida comunitaria.
Es una regla para todos , se opone al individualismo.
Síntesis monástica de San Benito:
1- La estabilidad monástica: Consiste en permanecer con los miembros del monasterio de por vida.
2- La fraternidad Benedictina: Es el modelo de la 1ª comunidad cristiana por ser una fraternidad cristiana. Pero la fraternidad no elimina la relación personal con el Señor. Un monasterio es la casa donde se aprende a servir. No quería tendencias homoraciales (misma casta social).
3- La fraternidad en el trabajo y la oración: "ora et labora": El objetivo es perfeccionar al monje. Santificarse. El trabajo es una forma de alabar a Dios. El trabajo puede ser intelectual (lectio divina) o manual. El fraile trabaja con sus propias manos no hay esclavos en los monasterios.
Por último veamos como se ha expandido la regla de San Benito:
Ha dominado toda la vida monástica de occidente.
El proceso de implantación es el siguiente:
1º De San Benito a Gregorio Magno 590: sólo se da en los monasterios.
2º Durante el pontificado de Gregorio Magno 604: La elogia en sus propios monasterios.
3º De Gregorio a Carlo Magno 814: se produce la gran expansión.
4º Se unifican todos los monasterios con la regla de San Benito --> Unificación de Europa.
Leyenda y verdad de san Benito:
Hay que desmitificar que sea el padre de todos los mojes, pues como hemos visto no fue el primero, y que sea padre de Europa, pues antes hemos visto que ya se conocía la vida monástica.
Su vida:
1ª etapa: De Nursía a Roma: Nació en el 480 en Nursía a 110 Km al nordeste de Roma. Se formó en Nursía y luego en Roma, que había sido tomada por los germanos en el 476. Tenía dos tentaciones: una formación mundana y la otra las relaciones con una mujer pícara.
2ª etapa: De Roma a Subíaco: En el año 500 Benito debe abandonar Roma, por miedo a caer en las tentaciones. Ya siente el deseo de agradar a Dios. Se retira separándose de su nodriza a la ruta de Subíaco. Orienta su vida a la comunidad. En tres años experimenta tanto la tristeza como las tentaciones y el demonio. Así va creciendo su fama de santidad. Los monjes de Vicobaro lo declaran como Abad, pero enojados por su carácter quieren deshacerse de él y lo intentan envenenar. A todos los que pretenden seguirle los envía a monasterios y él se establece en San Clemente. Sus primeras reglas serían un combinado de las de San Pacomio y las de San Basilio. Junto al monasterio fundó una escuela, lo cual está intrínseco a todas las fundaciones. Tiene la idea de que el benedictino cuando acoge a una persona acoge al mismo Cristo. Tras otro intento de envenenamiento se vuelve a marchar.
3ª etapa: De Subíaco a Montecasino: Llega a Montecasino en el 529, del antiguo esplendor ya no quedaba nada en el poblado. Diseña los planos de un monasterio. Funda otro monasterio para su hermana, Escolástica, no muy lejos del suyo. Murió en el año 547 en un oratorio dedicado a San Martín de Tours.
Veamos un esquema de sus viajes:
480 >>>>500 >>>>529 >>>>+547
Nursía-->Roma-->Subíaco-->Montecasino
Su gran mérito es La Regula Monacorum:
Entre el 523-526 la compone. El manuscrito estuvo en Montecasino.
Hizo una síntesis de las reglas anteriores: Pacomio, Basilio y Agustín.
Se distinguen seis partes:
1ª (7 cap.) Se define la vida monástica, la influencia del abad en el monasterio y las virtudes monásticas.
2ª (8 - 20 cap.) Trata sobre la oración y el oficio divino.
3ª (21 - 30) Son temas disciplinares, que tratan de mantener el orden en el monasterio.
4ª (31 - 57) Trata de la vida cotidiana en el monasterio.
5ª (58 - 63) El reclutamiento vocacional.
6ª (64 - 67) Nombramiento del abad y prior, la clausura, y la vida comunitaria.
Es una regla para todos , se opone al individualismo.
Síntesis monástica de San Benito:
1- La estabilidad monástica: Consiste en permanecer con los miembros del monasterio de por vida.
2- La fraternidad Benedictina: Es el modelo de la 1ª comunidad cristiana por ser una fraternidad cristiana. Pero la fraternidad no elimina la relación personal con el Señor. Un monasterio es la casa donde se aprende a servir. No quería tendencias homoraciales (misma casta social).
3- La fraternidad en el trabajo y la oración: "ora et labora": El objetivo es perfeccionar al monje. Santificarse. El trabajo es una forma de alabar a Dios. El trabajo puede ser intelectual (lectio divina) o manual. El fraile trabaja con sus propias manos no hay esclavos en los monasterios.
Por último veamos como se ha expandido la regla de San Benito:
Ha dominado toda la vida monástica de occidente.
El proceso de implantación es el siguiente:
1º De San Benito a Gregorio Magno 590: sólo se da en los monasterios.
2º Durante el pontificado de Gregorio Magno 604: La elogia en sus propios monasterios.
3º De Gregorio a Carlo Magno 814: se produce la gran expansión.
4º Se unifican todos los monasterios con la regla de San Benito --> Unificación de Europa.
Monacato en Italia
El monacato en Italia
Antes de San Benito:
El monacato en Italia comenzó en la segunda mitad del siglo IV. Algunos ponen a San Atanasio como el primero, según dijo San Jerónimo, que fue quien tradujo la Biblia al latín a lo que se le llamó la Vulgata. Hubo también muchas ascetas como Marcela. Pero la figura más importante es San Jerónimo que nació en Estridón, cerca de Dalmacia, en 347. Tubo muy buena educación y estudió Hebreo y Griego. Durante años estuvo al servicio del Papa Dámaso en Roma, terminaría residiendo en Tierra Santa. Allí fundó varios monasterios de hombres y mujeres. Se dedicó a un esmerado estudio de la escritura. A él le debemos la traducción de la Biblia, la "Vulgata". Además realizó numerosísimos comentarios bíblicos. Poseemos también muchas cartas suyas.
En otras regiones de Italia también se extiende la vida monástica como en Motecristo, Cerdeña... en donde sobresale Severino.
Los obispos favorecen el monacato: Son los propios obispos los que favorecen la formación de los monasterios. Entre ellos destaca San Ambrosio, obispo de Milán, el cual en una de sus magníficas homilías despertó la vocación monástica de San Agustín. Así también favoreció mucho a los monasterios. Además al lado de los monasterios se construían las iglesias.
Por último hay que destacar el "Vivarium": monasterio de Casiodoro: Pertenece a finales del siglo V. Cansado del ambiente romano abandona, Casiodoro, la corte. Lo llama "Vivarium" por la cantidad de viveros de peces. Fue célebre por su actividad intelectual. Su objetivo era aunar las ciencias sagradas y profanas.
Antes de San Benito:
El monacato en Italia comenzó en la segunda mitad del siglo IV. Algunos ponen a San Atanasio como el primero, según dijo San Jerónimo, que fue quien tradujo la Biblia al latín a lo que se le llamó la Vulgata. Hubo también muchas ascetas como Marcela. Pero la figura más importante es San Jerónimo que nació en Estridón, cerca de Dalmacia, en 347. Tubo muy buena educación y estudió Hebreo y Griego. Durante años estuvo al servicio del Papa Dámaso en Roma, terminaría residiendo en Tierra Santa. Allí fundó varios monasterios de hombres y mujeres. Se dedicó a un esmerado estudio de la escritura. A él le debemos la traducción de la Biblia, la "Vulgata". Además realizó numerosísimos comentarios bíblicos. Poseemos también muchas cartas suyas.
En otras regiones de Italia también se extiende la vida monástica como en Motecristo, Cerdeña... en donde sobresale Severino.
Los obispos favorecen el monacato: Son los propios obispos los que favorecen la formación de los monasterios. Entre ellos destaca San Ambrosio, obispo de Milán, el cual en una de sus magníficas homilías despertó la vocación monástica de San Agustín. Así también favoreció mucho a los monasterios. Además al lado de los monasterios se construían las iglesias.
Por último hay que destacar el "Vivarium": monasterio de Casiodoro: Pertenece a finales del siglo V. Cansado del ambiente romano abandona, Casiodoro, la corte. Lo llama "Vivarium" por la cantidad de viveros de peces. Fue célebre por su actividad intelectual. Su objetivo era aunar las ciencias sagradas y profanas.
Antonio Abad
San Antonio o Antón Abad (Heracleópolis Magna, Egipto, 251 – † Monte Colzim, Egipto, 356) fue un monje cristiano, fundador del movimiento eremítico. El relato de su vida, transmitido principalmente por la obra de San Atanasio, presenta la figura de un hombre que crece en santidad y lo convierte en modelo de cristianos. Tiene elementos históricos y otros de carácter legendario; se sabe que abandonó sus bienes para llevar una existencia de ermitaño y que atendía varias comunidades monacales en Egipto, permaneciendo eremita. Se dice que alcanzó los 105 años de edad.
Historia
San Antonio Abad por Zurbarán, vestido a la occidental.
Antonio nació en el pueblo de Comas, cerca de Heraclea, en el Alto Egipto. Se cuenta que alrededor de los veinte años de edad vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir en una comunidad local haciendo vida ascética, durmiendo en un sepulcro vacío. Luego pasó muchos años ayudando a otros ermitaños a encaminar su vida espiritual en el desierto. Más tarde se fue internando mucho más en él, para vivir en absoluta soledad.
De acuerdo con los relatos de san Atanasio y de san Jerónimo, popularizados en el libro de vidas de santos La leyenda dorada que compiló el dominico genovés Santiago de la Vorágine en el siglo XIII, Antonio fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. La tentación de san Antonio se volvió un tema favorito de la iconografía cristiana, representado por numerosos pintores de importancia.
Su fama de hombre santo y austero atrajo a numerosos discípulos, a los que organizó en un grupo de ermitaños junto a Pispir y otro en Arsínoe. Por ello, se le considera el fundador de la tradición monacal cristiana. Sin embargo, y pese al atractivo que su carisma ejercía, nunca optó por la vida en comunidad y se retiró al monte Colzim, cerca del Mar Rojo como ermitaño. Abandonó su retiro en 311 para visitar Alejandría y predicar contra el arrianismo.
Jerónimo de Estridón, en su vida de Pablo el Simple, un famoso decano de los anacoretas de Tebaida, cuenta que Antonio fue a visitarlo en su edad madura y lo dirigió en la vida monástica; el cuervo que, según la tradición, alimentaba diariamente a Pablo entregándole una hogaza de pan, dio la bienvenida a Antonio suministrando dos hogazas. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales; de ahí su patronato sobre los sepultureros y los animales.
Se cuenta también que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara. Pero con el tiempo y por la idea de que el cerdo era un animal impuro se hizo costumbre de representarlo dominando la impureza y por esto le colocaban un cerdo domado a los pies, porque era vencedor de la impureza. Además, en la Edad Media para mantener los hospitales soltaban los animales y para que la gente no se los apropiara los pusieron bajo el patrocinio del famoso San Antonio, por lo que corría su fama. En la teología, colocar los animales junto a la figura de un cristiano era decir que esa persona había entrado en la vida bienaventurada, esto es, en el Cielo, puesto que dominaba la creación.
Historia
San Antonio Abad por Zurbarán, vestido a la occidental.
Antonio nació en el pueblo de Comas, cerca de Heraclea, en el Alto Egipto. Se cuenta que alrededor de los veinte años de edad vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir en una comunidad local haciendo vida ascética, durmiendo en un sepulcro vacío. Luego pasó muchos años ayudando a otros ermitaños a encaminar su vida espiritual en el desierto. Más tarde se fue internando mucho más en él, para vivir en absoluta soledad.
De acuerdo con los relatos de san Atanasio y de san Jerónimo, popularizados en el libro de vidas de santos La leyenda dorada que compiló el dominico genovés Santiago de la Vorágine en el siglo XIII, Antonio fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. La tentación de san Antonio se volvió un tema favorito de la iconografía cristiana, representado por numerosos pintores de importancia.
Su fama de hombre santo y austero atrajo a numerosos discípulos, a los que organizó en un grupo de ermitaños junto a Pispir y otro en Arsínoe. Por ello, se le considera el fundador de la tradición monacal cristiana. Sin embargo, y pese al atractivo que su carisma ejercía, nunca optó por la vida en comunidad y se retiró al monte Colzim, cerca del Mar Rojo como ermitaño. Abandonó su retiro en 311 para visitar Alejandría y predicar contra el arrianismo.
Jerónimo de Estridón, en su vida de Pablo el Simple, un famoso decano de los anacoretas de Tebaida, cuenta que Antonio fue a visitarlo en su edad madura y lo dirigió en la vida monástica; el cuervo que, según la tradición, alimentaba diariamente a Pablo entregándole una hogaza de pan, dio la bienvenida a Antonio suministrando dos hogazas. A la muerte de Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales; de ahí su patronato sobre los sepultureros y los animales.
Se cuenta también que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara. Pero con el tiempo y por la idea de que el cerdo era un animal impuro se hizo costumbre de representarlo dominando la impureza y por esto le colocaban un cerdo domado a los pies, porque era vencedor de la impureza. Además, en la Edad Media para mantener los hospitales soltaban los animales y para que la gente no se los apropiara los pusieron bajo el patrocinio del famoso San Antonio, por lo que corría su fama. En la teología, colocar los animales junto a la figura de un cristiano era decir que esa persona había entrado en la vida bienaventurada, esto es, en el Cielo, puesto que dominaba la creación.
LA HISTORIA DEL MONACATO EGIPCIO EN LA EDAD ANTIGUA
HASTA EL TÉRMINO DE LA REFORMA DE SHENUDA DE
ÁTRIPE
Este
artículo estudia la evolución del monacato egipcio desde sus orígenes hasta la
muerte del apa Shenuda de Átripe, quien es el gran reformador del
cenobitismo pacomiano.
Las fuentes sobre el nacimiento del monacato egipcio
Hay cuatro fuentes acerca del
origen del monacato egipcio: la Regla
de san Pacomio, la Vida
de san Antonio (san Antonio Abad, en la posterior tradición cristiana) de san
Atanasio de Alejandría y las vidas de SanPablo de Tebas (conocido en la
hagiografía como san Pablo Ermitaño) y San Hilarión de Gaza, de san
Jerónimo. El mismo san Pacomio escribe su Regla. Por tanto la cronología
de la Regla
de san Pacomio ha de situarse entre la fundación del primer cenobio pacomiano
en Tabenisi en 323 y la muerte de aquel bienaventurado en 346. De la Regla de san
Pacomio se conserva una recensión larga en griego conservada en 18 manuscritos
que derivan de un mismo arquetipo, fragmentos coptos conforme a la anterior
recensión larga que se guardan en un manuscrito de los siglos V y VI, una
recensión breve en griego con 12 manuscritos y una versión latina hecha por san
Jerónimo que puede datarse en 404
a raíz de su alusión a la muerte de su discípula santa
Paula.
San
Atanasio de Alejandría redacta la
Vida de san Antonio en el bienio 356-357,
cuando se halla confinado entre los monjes del Desierto de Nitria. Esta
biografía de Antonio Abad ejerce una enorme influencia espiritual en todo el
orbe cristiano y sobre todo en los monjes de la siguiente generación. San
Jerónimo escribe la Vida
de san Pablo de Tebas durante su experiencia monástica en el Desierto de
Calcis, en Siria, entre 374 y 379[1]. La Vida de san Pablo
de Tebas de San Jerónimo alcanza igualmente gran éxito. Además del original
latino se conservan varias versiones griegas, una copta, una siríaca y una
etiópica. El mismo san Jerónimo redacta la Vida de san Hilarión de Gaza en
391. Entonces San Jerónimo ya se ha instalado definitivamente en Palestina,
donde oye hablar de san Hilarión por vez primera. San Jerónimo queda impresionado
por el ejemplo de san Hilarión y decide escribir su biografía y unirlo a otros
grandes fundadores del monacato como san Pablo Ermitaño y san Antonio Abad.
Además de san Jerónimo Sozomeno (Historia Eclesiástica V,10 y 15; VI,32)
narra otros detalles sobre la vida de san Hilarión y recoge los nombres de
algunos discípulos del fundador del monacato palestinense que son
independientes de la tradición jeronimiana. Después de la aparición de la
versión latina original de la Vida
de san Hilarión de Gaza, un amigo de San Jerónimo de nombre Sofronio
traduce la obra al griego.
El nacimiento del monacato egipcio: san Pablo
Ermitaño y san Antonio Abad
De las fuentes antedichas puede extraerse
que el primer eremita es san Pablo Ermitaño. Vive en la Tebaida. Inicia su
retirada del mundo hacia 250. De la
Vida de san Pablo de Tebas por san Jerónimo,
se puede colegir el nacimiento de san Pablo Ermitaño en 234, su pertenencia a
una familia rica de la
Baja Tebaida , el experto conocimiento que san Pablo posee de
las letras egipcias y griegas y su huida al Desierto de Tebas imitando los
ejemplos bíblicos del Profeta Elías y san Juan Bautista. San Pablo
Ermitaño tiene algunos imitadores, quienes habitan en cabañas cerca de las
ciudades y pueblos de la
Tebaida durante el período 250–270[2].
Una
nueva figura importante en la génesis del monacato egipcio es san Antonio Abad.
Éste no es un tebano. Su familia vive en el Egipto Medio, pues San Antonio nace
en 251 en la localidad de Qemán, cerca de Heracleópolis y al sur de Menfis. San
Antonio marcha a Alejandría, donde frecuenta el Didaskaleion o Escuela
Catequética de aquella ciudad y la célebre Escuela de Medicina. En Alejandría san
Antonio recibe noticias de la existencia de los eremitas de la Tebaida , que lo ganan para
ese género de vida. Cuando concluye sus estudios, san Antonio se instala como
ermitaño en la Tebaida.
San Antonio es el primero que abandona las cabañas y se
refugia en los pórticos de las viejas tumbas egipcias.
San
Atanasio de Alejandría proporciona en su Vida de San Antonio unos
datos muy interesantes sobre la cultura del personaje. Se expresa en copto a la
perfección, pues en esa lengua reza según el capítulo 16. Probablemente la
primera formación San Antonio sea bilingüe, por ser miembro de una familia de
terratenientes del Egipto Medio. Sus estudios en Alejandría le hacen conocer
muy bien la cultura griega. Ello se aprecia en diversos pasajes de la Vida de San Antonio
escrita por san Atanasio. Así san Antonio:
1) En el capítulo 33 explica
la función de los oráculos.
2) En el 69 escruta la
ideología arriana.
3) En el 74 especula en
torno al Misterio de la
Encarnación , efectúa una referencia al lenguaje de Platón
basada en Fedro 247 y condena la teoría de Plotino (Enéada IV,8,1)
sobre la descendencia del alma de una ley cósmica con vigencia universal.
4) En el 76 elucubra acerca
de las doctrinas estoicas y la exégesis evhemerista
de la mitología griega.
Con
el paso del tiempo, san Antonio inventa la laura. La laura
consiste en el agrupamiento de varios ermitaños bajo la dirección de un abad (apa).
San Antonio crea la primera laura en 305–306 en la localidad tebana de Pispir,
aprovechando unas instalaciones militares abandonadas. Es curioso señalar que
en tiempos de Justiniano I los monjes de la Tebaida crean una laura en Deir-el-Bahari.
Aprovechan el Templo Funerario de Hathsepsut para instalar el edificio
central con la residencia del apa mientras que los monjes se desperdigan
por los pórticos de las tumbas del Valle de los Reyes.
San
Antonio tiene algunos imitadores. Los más importantes son los egipcios san Palamón
y san Macario, y el palestinense san Hilarión de Gaza. San Palamón es oriundo
de la Tebaida. Crea
una laura en Schenesit (hoy Kasr-es-Saïad) y muere hacia 330. San
Macario es un pastor del Bajo Egipto. Su importancia radica en haber instalado
la laura más antigua del Delta del Nilo en el Desierto de Escete, en las
cercanías de Alejandría, en 330. También san Macario es el primer monje que
recibe la ordenación presbiteral de Atanasio de Alejandría. Es necesario no confundir
a este san Macario, a quien se le da el sobrenombre de “el egipcio”, con San
Macario de Alejandría, al cual el obispo san Alejandro encarga la rectoría del Didaskaleion
tras la deposición de Arrio en el concilio alejandrino que se celebra
hacia 320. San Macario de
Alejandría devuelve la
Escuela Catequética de Alejandría a la ortodoxia. La
tradición hagiográfica conoce a este segundo san Macario por o habitante de la, que es el
nombre dado por la
Antigüedad a Alejandría, de la misma manera en que llama a Atenas y Urbs a Roma. Así
se distinguen perfectamente San Macario del San Macario discípulo de San Antonio Abad
(San Macario el egipcio).
La extensión de la vida monástica a Palestina y
Siria
El
ejemplo de san Antonio mueve a san Hilarión de Gaza a llevar la laura a
Palestina. San Hilarión es un joven que nace en Thabata en 291–292 y estudia en
Alejandría. Oye hablar de san Antonio en la. San Hilarión conoce el sistema de
la laura. En torno a 310 visita a san Antonio en la laura que
éste había creado en Pispir. De retorno a Palestina san Hilarión lleva la laura
a su tierra natal. Hacia 315 crea la primera laura palestinense a 7 millas de Majuma, aunque
un desarrollo fuerte del monacato en Palestina no se da hasta 328 gracias a la
labor y el prestigio de san Hilarión. De Egipto el monacato pasa también a
Siria en su faceta eremítica y antoniana (laura). En torno a 325 el
monje egipcio Agwin funda la primera laura en la cima del Monte Isla
situado al sur de Nínive.
En
Palestina el monacato adopta el sistema de lauras que se completarán con
otras tres formas de vida religiosa. La primera viene dada por los ascetas y las
vírgenes consagradas que en Jerusalén viven en sus casas pero que se reúnen
para las oraciones comunes, a quienes la monja galaica Eteria llama a finales
del siglo IV “monazontes y vírgenes (como aquí se dice)”, en el relato
de su peregrinaje que lleva por título Peregrinación de Eteria (24,1) y
cuyos miembros son igualmente conocidos por Rufino de Aquileya (Historia
Eclesiástica X, 8). El segundo tipo es el cenobio pacomiano.
Lo lleva santa Melania la
Mayor cuando se instala en 374 en Jerusalén[3]. Allí
funda un monasterio de 50 vírgenes cuatro años más tarde,
inspirándose en los cenobios femeninos de Egipto.
El
tercer tipo estriba en el emplazamiento en Tierra Santa de los monasterios que
nacen en Roma en la década de 380
a 390 como una adaptación itálica del monacato egipcio y
se desarrollan sobre todo con la estadía de San Jerónimo en la Ciudad Eterna de 382 a 385. Cuando San
Jerónimo y su discípula santa Paula abandonan Roma y se establecieron
definitivamente en Palestina, llevaron allí estos monasterios romanos. Entre
386 y 389 santa Paula construye en Belén una hospedería para los peregrinos, un
monasterio femenino y otro masculino cuyo gobierno encomienda a San Jerónimo en
389. En Siria san Jerónimo se
inicia en la vida monástica entre 374 y 379, en el Desierto de Calcis, en
compañía de otros penitentes. En el siglo V existen en Siria eremitas como los
que existen en las cercanías de Ciro, donde su obispo, el famoso historiador
Teodoreto, cuenta la presencia de 30 ascetas seguidores de san Pacomio en Seleucobelo,
una laura en la localidad marítima de Rhosos, y multitud de monjes tanto
en Siria del Norte como en Celesiria[4].
San Pacomio
y la génesis del cenobio
San
Pacomio es un soldado natural de la Tebaida. Nace en Esneh hacia 292. Se convierte en
el transcurso de la
Persecución Tetrárquica conmovido por el testimonio de los
mártires cristianos en un proceso similar al que explica los bautismos de otros
militares como los santos Adriano, Menas de Cotieo y Juan. Estos dos últimos
serán particularmente venerados en Egipto. San Menas de Cotieo en el Santuario
de Abu Mina que se localiza a 60 kilómetros de Alejandría. El segundo en
Menuthis (actual Abukir) junto a su compañero de suplicio, el médico
alejandrino Ciro. El Patriarca Cirilo de Alejandría erige el Santuario de los santos
Ciro y Juan en Menuthis, al que traslada sus reliquias. El culto a ambos
mártires adquiere tanta importancia por las curaciones que se dan, que el
topónimo actual –Abukir– para la antigua localidad de Menuthis, viene de la
versión árabe de “abad Ciro” (apa Ciro).
En
314 san Pacomio se inicia en la vida eremítica en la laura de Schenesit
junto a san Palamón. Sin embargo, intenta crear una nueva vida monástica
diferente a la laura, que es el cenobio. San Pacomio concibe el cenobio
como una aldea separada del mundo por una tapia. El cenobio abarca varias
casas. Cada casa comprende diversas celdas individuales y se dedica a una
actividad útil para el cenobio. A su vez cada cenobio tiene un superior
auxiliado por un segundo para los asuntos de la comunidad y un ecónomo que se
dedica a las tareas económicas. Dentro de los cenobios cada casa cuenta con
unos 20 cenobitas y se halla gobernada por semaneros o hebdomadarios,
quienes cambian todas las semanas y se ocupan de que se cumplan los objetivos
asignados a la casa por los superiores del cenobio. Los superiores de todos los
cenobios dependen de un Superior General de la Orden. El primero es San
Pacomio.
San
Pacomio escribe una Regla de naturaleza moderada. Admira el ascetismo de
los ermitaños pero lo deja opcional a sus cenobitas. Su Regla es
llevadera para los cenobitas de cuerpo más débil pero permite las prácticas
rigoristas a los más saludables. Las comidas se hacen en común. Sin embargo no
prohíbe el ayuno: se deja una ración de pan, sal y agua en las puertas de las
celdas de quienes deseen mortificarse. Los elementos comunes de cada cenobio
son una iglesia, un refectorio, una cocina, un patio o un jardín y una
hospedería para los visitantes. Durante el horario laboral los monjes han de
hacer las faenas encargadas por los hebdomadarios o en silencio o
cantando Salmos. La comida es sencilla pero abundante a fin de permitir
las privaciones voluntarias. El castigo más leve es la admonición y el más
severo la expulsión del cenobio. Con permiso de los superiores los monjes
pueden recibir visitas. Los cenobitas no hacen votos. Se limitan a practicar la
obediencia, la castidad y la pobreza.
Los
monjes pacomianos pueden salir de los cenobios con permiso del superior y por
causas muy justificadas. A la vuelta tienen empero la prohibición de comentar
lo que hayan visto en el exterior con los demás cenobitas. En la explotación
económica de los cenobios San Pacomio se inspira en los latifundios egipcios.
El principal recurso es la agricultura. Menos importancia tiene la ganadería
que se reduce a la tenencia por los cenobios de ganado ovino y camellar. Un
capítulo importante es la artesanía derivada de la palmera. Con la extensión
del cenobitismo pacomiano al Delta del Nilo a finales del siglo IV los
cenobitas empiezan a fabricar productos de artesanía. Los cenobitas también
usan viejos edificios derruidos para construir sus cenobios. A mediados del
siglo V el apa Moisés aprovecha el Templo Funerario del faraón Seti I en
Ábidos para levantar el cenobio que lleva su nombre.
El monacato egipcio ¿Un movimiento contracultural?
San
Pacomio procura alfabetizar a todos sus monjes para que lean la Biblia entendida
a la manera de vehículo cultural. Por eso recibe en sus cenobios a
aquellos alejandrinos cultos o egipcios cultivados al modo alejandrino (es
decir antiguos estudiantes de las escuelas de la ) que deseen ser cenobitas.
Asimismo insiste en que se tenga mucho cuidado al recibir a los nuevos monjes a
fin de que no entren en sus cenobios criminales, personas indeseables e
incluso esclavos fugitivos. Esto demuestra que el monacato egipcio no es un
movimiento estrictamente copto (existen monjes greco-egipcios y alejandrinos) ni
contracultural ni dedicado a acoger a los sectores más desfavorecidos de los
aborígenes egipcios.
En
las ermitas, lauras y cenobios egipcios predomina el elemento
copto por su localización geográfica, pero conviven muchos monjes
greco-egipcios y alejandrinos que además vienen muy bien para alfabetizar a los
coptos iletrados que deseen abrazar la vida cenobítica. Estimo que los
tratadistas modernos que consideran al monacato egipcio un movimiento
contracultural se dejan influir en demasía por los testimonios desfavorables
sobre el monacato. Cinco son las fuentes de estas críticas extendidas por todo
el Imperio Romano a raíz de la extensión del monacato por la Cristiandad entera:
1) Las primeras se deben a
intelectuales paganos. Corresponden a autores apóstatas del Cristianismo vg. el
emperador Juliano (Carta 89 B) o paganos desde su origen como los
retóricos Libanio de Antioquia (Discurso 2,32) y Eunapio de Sardes en
las Vidas de los Sofistas (ed. de J. F. Boissonade, Eunape de Sardes. Vie des Sophistes, Amsterdam, 1822, pp. 472 y 476), o
el poeta Rutilio Namaciano (Sobre su regreso V, 439–452 y 515-526).
Todos ellos destacan el odio de los monjes a la cultura antigua y a la religión
pagana, su misantropía e hipocresía, de modo que no son tan austeros como
predican.
2) Otras pertenecen a los
paganos anónimos impulsados por los escritos anteriores. Salviano de Marsella (Sobre
el gobierno de Dios VIII,14,9) y San Jerónimo (Carta 39,6,2) aluden a los insultos de las
masas paganas a los monjes cuando van a las ciudades. El mismo Solitario de
Belén indica que se moteja de monjes, continentes, tristes a todos
aquellos que observan un porte moderado, se abstienen de excesos en la bebida y
repudian las alegrías desenfrenadas[5]. San
Ambrosio de Milán (Carta 58,5) da por seguro el furor que nacerá en las
élites de la ciudad cuando se haga pública la decisión asumida por Paulino y
Terapia de abrazar la vida monástica. Sin embargo esto no amilana a San Ambrosio
para crear un monasterio de hombres en las afueras de Milán (SAN AGUSTÍN DE
HIPONA, Confesiones VIII,6,15). Probablemente estos desórdenes impulsen
a Teodosio I el 2 de septiembre de 390 y el 17 de abril de 392 a prohibir a los monjes
la residencia permanente en las ciudades (Código Teodosiano 16.
3. 1 y 16. 3. 2). La antipatía mutua entre los paganos y los monjes hará que
los monjes sean los principales destructores de templos paganos a partir de la
muerte de Teodosio I, cuando sus hijos Honorio y Arcadio impriman en su
legislación el ánimo de cerrar definitivamente aquellos viejos santuarios.
3) Cristianos, quienes
lamentan que sus hijos o amigos abandonen la vida ciudadana aunque sea piadosa
y se decidan por marcharse al yermo. A ellos aluden genéricamente Fírmico
Materno hacia 360 en Consultas de Zaqueo y Apolonio y posteriormente San
Juan Crisóstomo en su opúsculo Contra los detractores de la vida monástica.
En la década de 380 San Jerónimo (Carta 45,5) señala las críticas de otras damas cristianas a las santas
Paula y Melania, cuando éstas rechazan el mundo.
4) Algunos cristianos
heréticos como Helvidio, Joviniano, Vigilancio y los ex monjes Sarmacio y
Barbaciano. A los tres primeros los replica San Jerónimo en las obras tituladas
Contra Helvidio, Contra Joviniano y Contra Vigilancia,
cuyas fechas respectivas son 382–384, 392–393 y 406. Por San Jerónimo se sabe
que Helvidio ataca la creencia en la virginidad de María después del parto y
preconiza la superioridad del matrimonio sobre el celibato. A su vez Joviniano
intenta impedir el ingreso del ascetismo en la sociedad romana por medio de
insistir en la igualdad de méritos de las viudas, vírgenes y casadas tras el
bautismo, siempre que sus obras fuesen equivalentes. Por su parte Vigilancio
cree que la retirada al yermo supone una deserción y no una lucha, se muestra
desconfiado ante los votos de virginidad y critica el envío de limosnas para
sostener a los monjes de Jerusalén junto a otras prácticas piadosas vinculadas
a los recuerdos de los mártires, como los besos a sus reliquias, la veneración
de sus tumbas y la costumbre de encender cirios en tales sepulcros. Finalmente
San Ambrosio (Carta 63)
dice que Samancio y Barbaciano han salido del monasterio masculino que había
fundado en Milán. San Ambrosio manifiesta que ambos se hallan en Vercelli donde
incitan a las viudas a contraer segundas nupcias, privando a la Iglesia de las gracias que
se derivan de su estado y asimismo critican la práctica del ayuno.
5) Algunos obispos
criticados por san Jerónimo (Contra Vigilancio, 2), quienes no se fían
de los monjes y sólo confieren el diaconado a hombres casados.
Los monjes y las destrucciones de templos paganos en
la Antigüedad Tardía
El
único elemento que permite conceder una idiosincrasia anticultural a los monjes
es su participación en la destrucción por los cristianos de templos paganos. La
actitud de los monjes ante los vestigios del paganismo es una de las dos
posturas cristianas ante la cultura clásica grecorromana. El 28 de febrero de 380 Teodosio I declara al
cristianismo niceno religión oficial del Imperio Romano por el Edicto de
Tesalónica (Código Teodosiano XVI,1,2). Sin embargo esa
medida prohíbe los actos paganos pero no las opiniones. Asimismo el Edicto
de Tesalónica no ordena la conversión forzosa de los paganos al
cristianismo. Ello explica la supervivencia de muchos paganos (incluso
magistrados), pese a que el Imperio sea oficialmente cristiano.
Uno de los problemas que se plantean
a las autoridades cristianas a partir de 380 es qué destino dar a los templos
paganos. La respuesta más apropiada consiste en su purificación y metamorfosis
en iglesias cristianas, añadiéndoles un ábside en la parte trasera, bien que
esto conlleve un serio cambio en la cella de los santuarios paganos. En
general los emperadores cristianos intentan conservar los antiguos templos
paganos por móviles estéticos. Los pensadores cristianos distinguen dos tipos
de obras de arte. Unas son simples adornos y merecen conservarse. Las segundas
son las que llevan al paganismo. Éstas merecen destruirse. Al primer tipo pertenecen
las construcciones arquitectónicas. En cambio las estatuas de dioses se
enmarcan en el segundo. Por eso los cristianos destruyen con más
encarnizamiento las imágenes de las antiguas divinidades. Existen cristianos
aislados que pretenden defender también la estatuaria pagana pero son los
menos. El más importante de los cristianos tolerantes es Prudencio, quien dice
(Contra Símaco I, 502): permítase que las estatuas sobrevivan
íntegras y añade (Contra Símaco I, 503–505): las obras de los
grandes artistas: estos adornos hacen bellísima nuestra Patria y su uso
degenerado no ensucia los monumentos del arte aunque se inclinen al vicio.
Esta polémica ha de interpretarse
dentro de las dos actitudes cristianas ante la cultura pagana. Una estriba en
negar su validez en absoluto. Un ejemplo de ella se encuentra en San Jerónimo (Carta
22). El Solitario de Belén se pregunta qué tiene que ver Horacio con
el Salterio, Atenas con Jerusalén o la Academia Platónica
con el Cenáculo. En cambio la segunda actitud radica en admitir todo lo bueno,
útil y aprovechable que el paganismo ofrece. Los dos máximos representantes de
esa tendencia son Orígenes (Carta
I,1) y san Agustín de Hipona (Doctrina Cristiana 2,40,61). Este
último preconiza que los cristianos deben salir del paganismo llevando consigo
los tesoros de su cultura del mismo modo que los hebreos se llevaron los vasos
de oro de los templos egipcios (Éxodo 3,22 y 12,35–36).
Esta misma dualidad de pareceres se
observa ante el problema de qué hacer con los templos de la vetus religio
en un momento en que el Imperio Romano va cristianizándose cada vez más.
Por un lado están los monjes, quienes en general son partidarios del
arrasamiento de los santuarios paganos, imitando la actitud del profeta Elías
ante los sacerdotes de Baal (1 Reyes 18,1–46). De otra parte los
cristianos de mayor nivel cultural prefieren desacralizarlos de forma que el
culto concluya en su interior, pero se respete el edificio. Los emperadores
cristianos pretenden conservar los antiguos templos una vez desacralizados
aunque no proveen estipendio alguno para su mantenimiento. Los jalones de esa
legislación imperial son:
1) En 370 se ordena el destino del Panteón de Roma para
usos seculares (Código Teodosiano XIV,3,10).
2) Una medida de 399 prohíbe los sacrificios pero
insiste en la salvaguarda de los adornos de los edificios públicos (Código
Teodosiano XVI,10,15).
3) Una segunda del mismo año prohíbe la destrucción de
templos una vez desprovistos de cualquier representación ilícita (Código
Teodosiano XVI,10,18)
4) En 408 se decreta el empleo ad usum publicum
(para uso público) de todos los viejos santuarios una vez purificados con el signo
de la venerable religión cristiana (Código Teodosiano XVI,10,19).
Ello significa que habría de añadirse una cruz escultórica, musiva o pictórica
a los viejos santuarios.
5) El emperador Mayoriano impone multa de 50 sueldos
de oro a los altos funcionarios que permitan demoler los templos y demás
monumentos antiguos. También dispone la flagelación y el corte de las manos a
todo empleado subalterno que coopere con esas tareas destructivas (Novelas
del augusto Mayoriano IV,6).Esta legislación lleva a los edificios
públicos la prohibición impuesta a los propietarios de demoler un edificio para
especular con los materiales que ya aparece en varios senadoconsultos
imperiales (Hosidiano de 42-47 d.C., Volusiano de 56 d.C. y Aciliano de
122 d.C.) y diversas leyes municipales (Lex Genetiva, Lex Malacitana
y Lex Tarentina).
Por tanto esta actitud ante los
templos paganos sería el único apoyo de quienes ven en el monacato un movimiento
contracultural respecto de la civilización antigua y no afecta sólo a los
monjes sino también a cristianos tan cultos como san Jerónimo y los obispos san
Juan Crisóstomo y Teófilo de Alejandría, quien es tío y antecesor de san Cirilo,
que se trasformará en el campeón de la Maternidad Divina
de la Virgen María
en el Concilio de Éfeso de 431.
El desarrollo en Egipto de la vida cenobítica
El cenobitismo
pacomiano alcanza gran éxito. Durante su vida san Pacomio funda el primer cenobio
masculino en Pbow frente a Dióspolis la Menor que se corresponde con la actual localidad
de Fau; el segundo en Schenesit, un tercero en Temuscón, el cuarto en Tebión,
el quinto en las cercanías de Panópolis (hoy Akmîn) y el último en la localidad
de Femun cerca de Latópolis (actual Esneh), a unos 60 kilómetros al sur
de Tebas en la margen izquierda del Nilo. También funda san Pacomio dos
cenobios femeninos: uno en Tabenisi dirigido por su propia hermana y un segundo
en Tesmine cerca de Panópolis.
Su
sucesor Teodoro había ingresado en 328 en el cenobio de Tabenisi. Hasta su
muerte en 368 Teodoro funda tres nuevos cenobios: el primero en los aledaños de
Hermópolis (hoy Schmoun a 285 kilómetros del Cairo) en la orilla
izquierda del Nilo, el segundo cerca de Hermonthis (probablemente Erment a 20 kilómetros de
Luxor) y el tercero en Ptolemaida (actual Psoi) que es una ciudad muy
importante de la Tebaida.
Por el contrario en el Bajo Egipto predomina la laura
hasta muy avanzado el siglo IV. El cenobio más antiguo del Delta se halla en
Canope. Es el famoso Cenobio de la Metanoia (del Cambio de Vida). Lo cita por
vez primera san Jerónimo en el prólogo a su traducción latina de la Regla de san
Pacomio y san Jerónimo visita el desierto de Nitria en 385–386.
Un
elemento digno de mención reside en la actitud de san Pacomio ante los obispos
y las órdenes sagradas. San Pacomio tiene respeto a la jerarquía eclesiástica.
En cuanto al sacerdocio san Pacomio ni es presbítero ni impone la obligación de
conferir órdenes sacerdotales a sus monjes. Éstos sólo deben asistir una vez a
la semana a la sinaxis dominical y recitar algunos salmos dos
veces al día. San Pacomio admite en sus cenobios a sacerdotes que hayan
recibido el presbiterado con anterioridad, pero su Regla insiste en que
esos presbíteros no deben esperar trato de favor alguno en los cenobios donde
ingresen. Esto demuestra que el monacato tampoco es un movimiento contra la Iglesia institucional.
San Atanasio y el monacato egipcio
San
Atanasio de Alejandría introduce algunas variantes en el esquema de Pacomio.
Por vez primera ordena sacerdote al monje san Macario, quien había llevado al
Delta del Nilo la laura de San Antonio. Igualmente consagra obispo de Thmuis al
monje san Serapión. Esto se explica por los avatares del problema meleciano en
Egipto.
Los orígenes del melecianismo
El melecianismo es un movimiento
rigorista dentro de la iglesia egipcia del siglo IV. Nace como reacción frente
a los cristianos que flaquean ante las medidas persecutorias contra la Iglesia decretadas en 303
por la Tetrarquía. La
génesis de la iglesia meleciana egipcia se sitúa en 306 por la afirmación de san
Atanasio de Alejandría (Carta encíclica a los obispos de Egipto y Libia,
22) según la cual los melecianos son declarados cismáticos diecinueve años
antes de que los arrianos sean considerados heréticos durante el concilio de
Nicea de 325. En 306 el arzobispo Pedro de Alejandría abandona la ciudad ante
el endurecimiento de la persecución tetrárquica. Ese hecho causa escándalo en
algunos cristianos que lo consideran una huida. Entonces Melecio, obispo de
Licópolis, comienza a ejercer las funciones de Pedro encaminadas a supervisar a
toda la iglesia egipcia. En ese momento la cristiandad de Egipto depende de
Alejandría consuetudinariamente, por ser aquella ciudad la principal metrópoli
del País del Nilo. En 306 esa dependencia eclesiástica sólo se basa en la
costumbre, pues no hay canon alguno que la imponga por escrito. La principal
misión de Pedro, que ejerce ilegalmente Melecio, consiste en ordenar sacerdotes
en aquellas sedes cuyos obispos estuvieran en la cárcel por la política
anticristiana de la
Tetrarquía. Melecio basa su actitud en la pérdida de la
autoridad episcopal por parte de Pedro con motivo de su fuga.
Cuatro obispos egipcios (Hesiquio,
Pacomio, Teodoro y Fileas) envían una carta a Melecio desde la prisión, cuyo
texto se conserva en las columnas 1565–1568 del volumen 10 de la Patrología Griega.
Se supone que Fileas puede haber sido obispo de Thmuis en el Alto Egipto. Se
ignoran las sedes de los otros tres. En la misiva, aquellos obispos se quejan a
Melecio por efectuar ordenaciones en sus respectivas diócesis sin su
autorización. Según el Derecho Canónico Melecio necesita, para conferir órdenes,
de su permiso o del de Pedro de Alejandría, si ellos hubieran muerto. La carta
de Hesiquio, Pacomio, Teodoro y Fileas demuestra la pretensión que Melecio de
Licópolis tiene de actuar como metropolitano, las tendencias independentistas
de Melecio respecto de la sede metropolitana de Alejandría y que en el momento
de su redacción (306 o primeros meses de 307) Melecio aún no había sido
excomulgado, en conformidad con los apelativos de querido y compañero
de ministerio en el Señor otorgado por sus corresponsales
Desde el exilio Pedro prohíbe a los
fieles alejandrinos comunicarse con Melecio hasta que pueda examinar
personalmente su conducta. En abril de 307 el augusto Galerio dispone sustituir
la condena a muerte de los cristianos recalcitrantes por una pena ad metalla
o trabajo forzado en las minas. A resulta de esas medidas Melecio es deportado
a las minas de Phaeno en Palestina. Allí continúa haciendo sus ordenaciones.
Asimismo crea una iglesia paralela a la que llama iglesia de los
mártires cuyo mismo nombre indica su naturaleza rigorista. Cuando Pedro
retorna a Alejandría convoca un sínodo en los últimos meses de 307, que
excomulga a Melecio. Con esos acontecimientos nace la iglesia meleciana.
La
evolución del melecianismo hasta la elección episcopal de Atanasio
Él año 311 contempla dos
acontecimientos importantes: la vuelta de Melecio a Egipto, donde sigue
confiriendo órdenes declaradas inválidas por Pedro de Alejandría y el martirio
de este último el 20 de noviembre, que le vale su elevación a los altares de
forma que es venerado como san Pedro Alejandrino pese a sus vacilaciones de 306.
Mientras tanto el melecianismo
continúa extendiéndose en Egipto y Libia. En una carta que Melecio envía a san
Alejandro (sucesor de Pedro) en la sede de Alejandría, el de Licópolis señala
que cuenta con los siguientes partidarios: 11 obispos en la Tebaida , 24 obispos en el
Egipto propiamente dicho, 4 presbíteros y 3 diáconos en la ciudad de Alejandría
y un presbítero en el campo militar de Parémbolis situado en las proximidades
de Nicópolis.
Esa carta se halla recogida por san
Atanasio de Alejandría (Apología contra los arrianos 71,5–6). Por tanto,
de sesenta y cinco obispos existentes en Egipto y en la Tebaida , 30 siguen a
Alejandro y 35 son partidarios de Melecio. Al mismo tiempo los melecianos
empiezan a extenderse entre los monjes de Egipto, quienes empiezan a ejercer
gran influencia entre la población oriunda de Egipto (coptos), ya fuesen
aquellos monjes de origen alejandrino o copto. En torno a 325, año de la
celebración del sínodo de Nicea, la figura del monje es familiar entre los
egipcios con arreglo a las noticias que aportan el Papiro 77 de la Colección Youtie
y el Papiro Columbia 171.
El concilio de Nicea de 325 pretende
solucionar el problema meleciano de forma directa por medio de una epístola
sinodal dirigida a la iglesia de Alejandría, aunque los padres conciliares
promulguen el sexto canon a fin de corregir indirectamente los daños de la
extensión del melecianismo por Egipto y la Tebaida. El sínodo de
Nicea de 325 no es excesivamente duro con los melecianos ante el fracaso de las
medidas de rigor adoptadas por el emperador Constantino I el Grande con los
donatistas. La carta sinodal y los cánones son los documentos oficiales de
aquel concilio junto al Credo que promulga como modelo de ortodoxia. La
epístola sinodal de Nicea distingue el caso concreto de Melecio del general de
sus seguidores. Dispone que:
1) Melecio pueda hacer uso de su título de obispo en
la ciudad de Licópolis pero prohibiéndole efectuar ordenaciones y ser partícipe
de cualquier elección episcopal.
2) Los miembros del clero, que hubiesen recibido de
Melecio de Licópolis la imposición de manos, necesitan para seguir ejerciendo
sus funciones de una ordenación más mística por obispos no melecianos.
3) Una vez recibida esa ordenación más mística dichos
clérigos pueden continuar desempeñando el ministerio, aunque sometidos a
quienes ocupen el mismo rango dentro del clero no meleciano.
4) No se les permite proceder a una elección canónica
a los antiguos sacerdotes melecianos sin el permiso del obispo que se halle en
comunión con el de Alejandría.
5) Si en un mismo lugar existen dos obispos, uno en
comunión con Alejandría y otro meleciano, en caso de fallecer primero el que
hubiese permanecido en la comunión de la sede alejandrina, el meleciano podrá
sucederle si cuenta con la elección unánime de la población y la posterior
ratificación del obispo de Alejandría.
A su vez el canon sexto del concilio
de Nicea de 325 decreta la dependencia respecto de la sede de Alejandría de las
diócesis de Egipto, Tebaida, Libia y Pentápolis. Hasta entonces esa
subordinación sólo era consuetudinaria. Ahora ya se basa en un texto legal. Con
el canon sexto los sinodales de Nicea pretenden cortar la extensión del
melecianismo por Egipto, Libia y Tebaida e impedir las veleidades separatistas
de los obispos de esas zonas respecto del metropolitano de Alejandría, que se
habían exacerbado durante el cisma meleciano, como lo prueba el hecho de que
Epifanio de Salamina (Panarion 69,8) denomine a Melecio metropolitano
de la Tebaida..
San
Atanasio de Alejandría y el melecianismo
En 328 san Atanasio sube a la sede
de Alejandría tras la muerte de su predecesor san Alejandro. San Atanasio se
gana a la inmensa mayoría del monacato egipcio a través de su amistad con san
Pacomio y san Antonio Abad. Al ganar a los monjes para la ortodoxia san
Atanasio consigue dos efectos: frenar la extensión del melecianismo entre los
coptos y reducir a los melecianos a comunidades monásticas marginales
caracterizadas por su ausencia de formación religiosa e ignorancia según el
propio testimonio de san Atanasio (Historia de los arrianos a los monjes,
78).
En la Edad Antigua existe
una gran diferencia entre Alejandría y el resto de Egipto. La primera es de
lengua y cultura griega. Sus actividades son sobre todo funcionariales. La
lengua y cultura del resto de Egipto son coptas. En Egipto domina la gran
propiedad con grandes latifundios donde trabajan los fellahs coptos. Sus
latifundistas son alejandrinos greco-parlantes que viven en Alejandría. La
diferencia de Alejandría con el Egipto rural en época antigua es comparable a
la existente hoy día entre Lima y el Perú profundo. Comparable a la que hoy
existe entre Lima y el Perú rural. Tan grande es la diferencia de la con
el Egipto interior que hasta la Constitución Antoniana
de 212 un aborigen de Egipto ha de alcanzar primero la ciudadanía de
Alejandría y una vez lograda ésta ya puede conseguir la romana.
El
acercamiento de san Atanasio a los monjes del Egipto rural es tal que los únicos puntos de unión de los cristianos
alejandrinos y coptos son la veneración al obispo de Alejandría (a quien
consideran su jefe) y la antipatía al paganismo, por haber sufrido mucho ambos
grupos de las autoridades paganas hasta el edicto de tolerancia emitido por
Galerio en 312. Dentro de la coyuntura de Alejandría el asunto se complica
porque los paganos y cristianos de la muestran idéntica
antipatía al poder imperial (primero romano y luego bizantino) por no perdonar
los alejandrinos la pérdida –con la conquista romana de Augusto– de la antigua
naturaleza de su ciudad, capital del reino helenístico de los Ptolomeos.
Tan grande es el predicamento de san
Atanasio entre los monjes de Egipto que nombra a dos monjes, san Serapión y
Pafnucio, obispos respectivamente de Thmuis y Sais. La figura de san Serapión
no ha alcanzado el eco que merece en la historiografía. San Serapión asciende
al obispado de Thmuis en fecha previa a 338. Esa datación se deduce de la carta
que san Atanasio remite a san Serapión tras el término del primer exilio del
alejandrino (Patrologia Griega 26, columnas 1.412-1.413). En su
contenido san Atanasio notifica a san Serapión los nombramientos de obispos que
piensa efectuar cuando regrese a Egipto. Así se opone a la tentativa del grupo
eusebiano de cubrir las sedes vacantes egipcias con melecianos, enviados desde
las diócesis origenistas de Siria y Palestina. La idiosincrasia de san Serapión
como destinatario de aquella epístola muestra la ayuda que el obispo de Thmuis
presta a san Atanasio en el combate antimeleciano del alejandrino.
San Serapión de Thmuis es una
personalidad polifacética. Escribe una carta alusiva a la virginidad. Esa
epístola se halla en un florilegio con obras de varios autores transmitido por
el manuscrito siríaco Addit. 12.156 de la Biblioteca del Museo
Británico. San Serapión alcanza fama de buen autor espiritual. El historiador
del siglo V de la Era
Cristiana Sócrates el Escolástico recoge
diversas alabanzas a san Serapión: columna de la verdad para San
Basilio el Grande, santa llama de los egipcios en opinión de San
Atanasio, maestro espiritual y grande con arreglo a Dídimo el
Ciego y ángel de la iglesia de Thmuis según Evagrio
Póntico.
San Jerónimo (Sobre los hombres
ilustres 99) alude a la inteligencia y vasta cultura de san Serapión,
a quien hace autor de un egregio libro contra los maniqueos, otro acerca de
los encabezamientos de los Salmos y cartas útiles sobre diversos temas. Entre
sus epístolas destaca la Carta
23 de san Serapión. La anterior cita del Solitario de Belén indica
que san Serapión cultiva asimismo la apologética. Por último san Serapión
brilla también como liturgista. Lo demuestran los fragmentos descubiertos en
1894. San Serapión muere después de san Atanasio, cuyo óbito acaece el 2 de mayo
de 373. El manuscrito siríaco Addit. 12.156 de la Biblioteca del Museo
Británico cita a san Serapión en compañía de un grupo de obispos egipcios
exiliados a quienes se pretende consolar. Probablemente son los obispos a quienes
el emperador Valente exilia poco después de la muerte de san Atanasio y la
subida de su sucesor Pedro II al trono episcopal de Alejandría. Este destierro
se explica por la fe homea de Valente. El homeísmo sostiene que
Cristo es igual pero no consustancial a Dios Padre como preconiza la ortodoxia
nicena.
San Serapión de Thmuis colabora con
san Atanasio en ganar a los monjes egipcios para la defensa de la sede de
Alejandría. Ello se ve en una carta de san Serapión a los cenobitas de Egipto (Patrología
Griega 40, columnas 923-942). San Serapión es amigo de san Antonio
Abad, quien en 339 marcha a Alejandría para ayudar a san Atanasio[6]. San Antonio Abad, al
morir en 355, lega una de sus túnicas a San Atanasio y la segunda a San
Serapión[7]. Finalmente los monjes de
Egipto conocen a san Serapión de Thmuis en conformidad con la carta de San
Atanasio a Draconcio (Patrología Griega 25, columnas 522-534).
Por tanto la primera
ordenación episcopal de un monje se inicia con Serapión de Thmuis y no con
Eusebio, quien, consagrado obispo de Vercelli en 345, se limita a llevar una
disciplina monástica acorde con los deberes de su oficio episcopal[8]. El
ejemplo de Serapión de Thmuis es seguido en Egipto por Draconcio, quien es el
superior de un cenobio pacomiano, y a quien Atanasio de Alejandría consagra
obispo de Hermópolis a instancias de Serapión con arreglo a la Carta que el
alejandrino envía a Draconcio. Esa misiva se conserva en el volumen 25 de la Patrología Griega
(columnas 522-534) y ha de fecharse antes de la Pascua de 354 o 355.
La carta de san Atanasio a Draconcio
es importantísima. Draconcio ocupaba la jefatura de un cenobio pese a lo cual
había sido elegido obispo de Hermópolis por sugerencia de san Serapión de
Thmuis. Draconcio renuncia a aquella honra por medio de la fuga al yermo. Con
la presente misiva San Atanasio exhorta a Draconcio a asumir el obispo de
Hermópolis y a convertirse en defensor de la fe si las circunstancias lo
exigen.
Esa actitud de Draconcio muestra el
miedo que algunos monjes sienten hacia el cargo de obispo por sus posibles
adherencias mundanas. Su texto tiene importancia al exponer los propósitos de san
Atanasio de cimentar su polémica contra los melecianos en su fiel cantera de
monjes a quienes facilita su ascenso al orden episcopal. La misiva de san
Atanasio a Draconcio indica el comienzo del proceso que lleva a proveer los
obispados con monjes. Ese proceso alcanza su cenit en Occidente con la
coronación papal de san Gregorio Magno el 3 de septiembre de 590. Ésta es la
primera ocasión en que un monje llega al Pontificado Romano.
La amistad de san Atanasio y san
Serapión hace que el segundo sea uno de los principales ayudantes del alejandrino
en la política –iniciada en 338– de asentar la ortodoxia nicena en Egipto
mediante el control de los monjes y de los obispos. Otra de las personas que
más auxilian a san Atanasio en esa tarea es Pafnucio de Sais, quien ya aparece
como obispo simpatizante de san Atanasio desde 347, y será uno de sus
principales partidarios en el concilio alejandrino de 362[9]. San Atanasio tiene un
éxito completo en su política monacal. Por un lado convierte a los monjes
egipcios en los mejores auxiliares del obispado de Alejandría. Por otro reduce
el melecianismo a comunidades monásticas marginales.
La extinción del cisma meleciano en Egipto
A partir del episcopado de san
Atanasio en Alejandría (328–373) el melecianismo lleva una vida muy oscura en
Egipto, hasta su absoluta extinción a fines del siglo VIII. Existen algunas
fuentes literarias en torno a aquellos cismáticos:
1. En el siglo V: Teodoreto de Ciro (Historia
Eclesiástica I,9) alude a su pervivencia afirmando de los melecianos que en
su modo de vida siguen vanas prácticas que concuerdan con las infatuaciones de
judíos y samaritanos.
2. Del siglo VI: se cuenta con tres papiros. Los
dos primeros se fechan en 512-513.
F . Preisigke los editó con los números 5.174 y 5.175 en
la obra titulada Sammelbuch der griechischer Urkunden aus
Ägypten (Estrasburgo, 1914). El tercero se escribe en época justiniana
(527–565). Consiste en un fragmento de la biografía de Apolo recogido en el
folio 139 b del manuscrito número 37 del Papiro Morgan (edición de W. E.
Crum, Catalogue of the Coptic Manuscripts in the British Museum,
Londres, 1905, número 348). En el Papiro 5.174 de Preisigke un tal Eulogio
vende a un presbítero meleciano un monasterio en la aldea de Labia situada en
los aledaños de Arsinoe. El Papiro 5.174 dice de Eulogio que es un monje en un
tiempo meleciano pero ahora ortodoxo. En el Papiro 5.175 de Preisigke el mismo
Eulogio efectúa una nueva operación de venta a dos monjes melecianos ya
instalados en el anterior monasterio de Labda, con lo que hemos de suponer que
el Papiro 5.175 es posterior al 5.174. En el folio 139 b del manuscrito número
37 del Papiro Morgan el emperador Justiniano notifica a los monjes
pacomianos del cenobio de Pebou que continúan existiendo melecianos en el
distrito de Heracleópolis.
3. A los años finales del siglo VI e iniciales
del VII corresponden dos testimonios. El primero se encuentra recogido en la Vida del Patriarca
Damián, quien vive entre 569 y 605 y ocupa el arzobispado de Alejandría, ya
convertido en sede patriarcal. En uno de sus pasajes se menciona la presencia
de melecianos en relación con los cuatro cenobios existentes en Wadi Aviv. El
autor de la Vida
del Patriarca Damián afirma que aquellos melecianos suelen recibir el cáliz
por la noche, durante varias ocasiones, antes de acudir a la iglesia. Esta
noticia aparece recogida en la versión árabe de la Historia Patriarcal
(edición de R. Graffin y F. Nau, Patrologia orientalis, volumen I,
columna 473). El segundo pertenece al Encomio del mártir Claudio
redactado por el obispo Constantino de Asiut, coetáneo algo más joven que el
susodicho patriarca Damián. El Encomio del mártir Claudio se conserva en
el manuscrito número 47 del Papiro Morgan (edición citada de W. E. Crum,
número 358). Allí se dice que los melecianos, numerosos en la diócesis de
Asiut, eran herejes por su división de las personas de la Trinidad. Ello
indica que los melecianos de Asiut aceptan la herejía triteísta cuyo nacimiento
se atribuye, con serias dudas, al director de la Escuela Filosófica
de Alejandría Juan el Gramático fallecido en fecha incierta pero
anterior a 551. Tal vez la aceptación de esa herejía por los melecianos
explique el endurecimiento de la postura antimeleciana, que adopta el antedicho
patriarca Damián de Alejandría
4. Al siglo VII pertenecen las alusiones a los
melecianos en un sermón del patriarca alejandrino Benjamín, muerto en 659.
5.
En el
siglo VIII se data la última referencia a los melecianos en un fragmento de la Vida de Miguel I,
quien es patriarca de Alejandría de 744 a 768. Allí se habla de la destrucción de
un cenobio meleciano por la ira del cielo. La Historia Patriarcal
(edición de R. Graffin y F. Nau, Patrologia orientalis, volumen V,
columnas 198-199) recoge la Vida
del Patriarca Miguel I.
El comienzo del monacato occidental
En
Occidente el primer monje que recibe la consagración episcopal es san Martín de
Tours. Éste es primero un militar –nacido en Panonia en 316– y empieza a servir
en el ejército en Italia, el limen renano y la Galia. En 337 deja el
servicio de las armas en la Galia
y pasa a ser un sacerdote que vive como ermitaño en Ligugé (aledaños de
Poitiers) desde 360 hasta su ordenación como obispo de Tours en 371 o 372, aunque
en su nueva faceta episcopal San Martín nunca desee cambiar ni su vestimenta
ermitaña ni su régimen de vida anacorético. San Martín crea un sistema mixto de
laura y cenobio con unos 80 monjes en Marmoutier (a dos
kilómetros de Tours). Allí los monjes nada tienen propio y viven en cavernas,
pero comen en comunidad (SULPICIO SEVERO, Vida de San Martín de Tours 7
y 10). San Atanasio se halla en 336 en Tréveris, a consecuencia del destierro
que el 7 de noviembre del año anterior le ha impuesto Constantino I. San
Agustín de Hipona (Confesiones VIII,6,15) dice que en Tréveris existen
grupos de ascetas que viven en común en una casa. Al llegar a este punto es
posible plantearse dos cuestiones:
- ¿Hablaría san Atanasio de
los monjes de Egipto a algunos cristianos de Tréveris en 336? Esos oyentes de
San Atanasio ¿formarían un grupo de ascetas en el mundo, reuniéndose con cierta
regularidad a rezar? Y los miembros de la siguiente generación de cristianos ¿harían
ya vida en común, siendo los citados por San Agustín?
- Uno de los oyentes de San
Atanasio en 336 ¿sería el militar panonio Martín, destinado a la sazón en
Tréveris, y a quién hoy se conoce por San Martín de Tours?
En
el estado actual de nuestros conocimientos estas preguntas no tienen respuesta,
ya que se han perdido las Cartas Pascuales (también llamadas Epístolas
Heorstáticas) escritas por san Atanasio para los años 336 y 337, que
hubieran llevado los números 8 y 9 del catálogo atanasiano. Esas Cartas
Pascuales son misivas que los obispos de Alejandría remiten anualmente a
los fieles de Egipto, Tebaida, Libia y la Pentápolis con el propósito de fijar la fecha de la Pascua de Resurrección del
año siguiente. Tal vez las perdidas Epístolas Heorstáticas 8 y 9 de
san Atanasio arrojaran luz sobre los balbuceos de la recepción occidental de la
espiritualidad ascética egipcia.
Ello tiene muchos visos de probabilidad, si se tiene
en cuenta que el Prefecto de Egipto Flavio Filagro expulsa a san Atanasio de
Alejandría el 18 de marzo de 339 por orden de Constancio II. El alejandrino
llega a Roma en mayo de aquel año. En la Ciudad Eterna
san Atanasio da a conocer el monacato egipcio a una noble cristiana llamada
Marcela[10]. En la
casa de Marcela, localizada en el Aventino, se crea un grupo de damas
cristianas que sólo se transforman en un monasterio con la estancia de san Jerónimo
en Roma, de 382 a
385[11].
Creo que san Atanasio reúne un grupo de cristianos en Tréveris en 336 y otro de
damas en la casa romana de Marcela en 340. En principio no son monasterios.
Esto sólo sucede en una segunda generación ante el enorme éxito que alcanza la Vida de San Antonio
de San Atanasio.
A
su vez san Martín de Tours conoce la vida cenobítica en Tréveris, cuando se
halla destinado allí por su carrera militar. Abandona el servicio de las armas
y se ordena sacerdote en 337, aunque sólo se hace eremita hacia 350, buscando
una mayor perfección. No obstante, el monacato galo y romano contemplan su
origen más remoto en Egipto, aunque con modificaciones. En la Galia con San Martín de
Tours, a partir de su consagración episcopal en 371–372. En la Ciudad Eterna
desde la estancia de San Jerónimo en 382–385. En cuanto a Palestina, el
monacato entra por tres caminos: una vía temprana e inicial desde Egipto, con
San Hilarión de Gaza, en torno a 315, inspirada en el sistema de las lauras de
san Antonio; una segunda más tardía impuesta por Santa Melania la Mayor en 378,
basada en el cenobitismo pacomiano y una tercera que llega de Roma a
través de los Santos Jerónimo y Paula entre 386 y 389.
Shenuda de Átripe y la reforma del cenobitismo
pacomiano
El
reformador del cenobitismo pacomiano es Shenuda, quien nace hacia 348 y muere
en 466 a
la provecta edad de 118 años. Su lugar de nacimiento es Shenaloletto en el Alto Egipto. Shenuda es hijo
de un terrateniente medio dedicado a la cría de ganados. Ello hace que tenga
una formación importante. Shenuda es un autor bilingüe greco-copto. Domina ambas
lenguas perfectamente aunque desde el punto de vista literario maneje mejor el
copto. Las fuentes que emplea son de varios tipos:
1) Escriturísticas como los
escritos canónicos de la Biblia
además de dos apócrifos (Actas de Arquelao y Evangelio de
Tomás).
2)Helénicas (leyendas
griegas, Aristófanes, Aristóteles y autores de la Escuela Platónica ).
3) Cristianas en lengua
griega (Evagrio Póntico y San Atanasio) y copta (Cartas de San
Pacomio).
Shenuda
es también escritor. Sus obras pueden clasificarse en varios grupos:
1) Morales.
2) Monásticas. Bajo este
epígrafe tienen interés las que se titulan:
- Sobre la
desobediencia de los clérigos, donde insiste en los beneficios
espirituales derivados de los castigos, impuestos a los cenobitas desobedientes,
que benefician incluso a los culpables.
- Sobre la Navidad y la castidad,
en el que reflexione acerca de la pureza dentro de la vida monástica.
3) Antipaganos, donde
defiende la licitud de la destrucción de los ídolos por los cristianos. Un
apartado de estas obras de Shenuda viene dado por los sermones donde narra sus
entrevistas con algunas autoridades paganas.
4) Antiheréticos y
anticismáticos, en los que critica a:
- Nestorio de Constantinopla,
contra el que defiende la preexistencia de Cristo antes de su nacimiento de la Virgen María.
- Los melecianos, por
comulgar varias veces en un mismo día.
- Los maniqueos, por su
rechazo al Antiguo Testamento, cuyo valor Shenuda equipara al Nuevo.
- Origenistas y gnósticos: critica
sus hipótesis acerca de la pluralidad de universos, el papel del Salvador en la Redención y el
significado de la Pascua ,
al tiempo que expone la recta doctrina en torno a las relaciones del Padre con
el Hijo, el origen de las almas, la concepción de Cristo, la Eucaristía y los cuatro
elementos (agua, tierra, fuego y aire).
5) Apologéticos. Entre ellos
tiene interés un sermón donde condena la creencia en la fuerza ciega del
Destino (Fatum) y la sustituye por la fe en la Providencia de Dios.
Un
tío de Shenuda, de nombre Pinol, es apa del Cenobio Blanco de
Átripe, que está situado a 4
kilómetros y medio de la actual ciudad de Sohaq en el
Alto Egipto. Cuando Pigol muere hacia 385, los monjes eligen a Shenuda su
sucesor. Aquí hace la reforma del cenobitismo pacomiano en un
sentido de dar mayor rigor a la disciplina y a la austeridad de vida y a
enfatizar el trabajo de los cenobitas en detrimento de la oración obligatoria,
que queda reducida a las plegarias matutina y vespertina, la Eucaristía sábados y
domingos y pequeños actos de devoción. El fundamento bíblico de la importancia
que Shenuda da al trabajo radica en la sentencia del Apóstol Pablo con arreglo
a la cual el que no trabaje, que no coma. Una prueba del rigor que
imprime Shenuda a su reforma del cenobitismo pacomiano es el voto que
han de hacer los novicios al profesar: “Prometo solemnemente ante Dios en este
Santo Lugar que la palabra que pronuncio con mi boca es mi verdadera intención:
no mancillaré mi cuerpo de ningún modo, no robaré, no daré falso testimonio, no
mentiré, no haré nada engañoso secretamente. Si transgredo este voto veré el
Reino de los Cielos pero no entraré allí. Dios, ante Quien he hecho este
juramento, destruirá mi cuerpo y mi alma en la fiera Gehenna, porque yo
transgredí el pacto que hice”.
La
reforma de Shenuda del cenobitismo pacomiano alcanza tanto éxito que existen
unos 30 monjes en el Cenobio Blanco de Átripe en el momento en
que Shenuda es elegido apa (c.a. 385). Cuando Shenuda muere en
466, existen 2.000 monjes en aquel cenobio y muchas monjas en los conventos
femeninos asociados al Cenobio Blanco. Asimismo las propiedades del Cenobio
Blanco han pasado de 3.000
acres en tiempos de Pinol, a 12.800 acres al
fallecer Shenuda. El primer monasterio que acepta la reforma de Shenuda tras el
Cenobio Blanco es el Cenobio Rojo de Átripa. Su apa
Pshoi tiene amistad con Pigol y Shenuda. Una vez muerto Pinol, Pshoi acepta
las innovaciones de Shenuda. Los nombres de Cenobio Blanco y Cenobio
Rojo se debe a estar hechos respectivamente de piedra caliza y ladrillo
rojo. El Cenobio Rojo lleva en la actualidad los topónimos de Deir al-Ahmar, Deir Anba Bishoi o Deir Anba Bishai,
dado que Bishoi es el antropónimo árabe del nombre copto Pshoi. No
obstante el apa Pshoi del Cenobio Rojo de Átripe no
debe confundirse con el apa homónimo que nace hacia 320 y funda un
monasterio en Wadi-el-Natrum, y a
quien se conoce como Dier Al Anba Bishoy.
Son muy interesantes los Sermones
de Besa, discípulo y sucesor de Shenuda a la cabeza del Cenobio Blanco
de Átripe, para saber sus actividades económicas. Allí se fabrican sobre todo
cinturones, correas y sandalias. Entre sus cenobitas figuran carpinteros,
herreros, tejedores, bataneros, cesteros y copistas e iluminadores de libros.
Se emplea el lino y los cenobitas de Átripe utilizan en sus trabajos dedaleras,
pinzas, clavos, hoces, sierras, estacas y horquillas. Además se tienen noticias
de los monasterios de Escete (actual Wadi Natrum), cuyos cenobitas tienen
camellos, sal, aceite y plantaciones de cañas útiles para hacer canastillos. En
la Santa Montaña
de Escete viven unos 3.500 monjes a mediados del siglo VI y en tiempos del
Patriarca de Alejandría Damián (578-605) existen los cuatro monasterios del apa
Macario, apa Juan Kolobo o el Enano, apa
Moisés el Negro y apa Bischoi. La vida del apa
Longino, de uno de los monasterios de Ennatón, quien muere en la
década de 470 a
480, informa de las actividades económicas de aquellos cenobios situados a
nueve millas al oeste de Alejandría, como el topónimo Ennatón indica.
Longino y sus discípulos trenzan cuerdas que venden a los marineros de la .
En las estelas de El-Dukhelah figuran monjes de los cenobios de Ennatón dedicados a
otros menesteres como el canto, la panadería, la medicina o el cuidado del jardín.
Uno
de los aspectos más discutibles de Shenuda es su lucha absoluta contra los
paganos. Le ha valido que los católicos no lo reconozcan como santo, al
contrario de la
Iglesia Monofisita Copta, que lo llama san Shenuda el
Archimandrita. Shenuda la articula en dos frentes. Por un lado ataca los
santuarios paganos a la cabeza de sus cenobitas. Así incendia los templos de
Átripe y Pleuit y comete un atentado contra un santuario de Saturno de
ubicación desconocida. La segunda actitud de Shenuda estriba en castigar con
sus hordas de monjes a los terratenientes paganos que abusan de sus campesinos.
Besa de Átripe cuenta la sanción que Shenuda impone a un terrateniente de la hodierna Akmîn por abusar de los pobres y cómo libera a los
campesinos de Paneleou de la obligación que les habían impuesto los
terratenientes del lugar de adquirir su vino tinto[12]. En ningún caso
puede justificarse la violencia, pero en descargo de Shenuda caben varios
atenuantes:
1) El resentimiento que los
cristianos tienen ante los paganos después de 300 años de opresión.
2) Los problemas del campo
egipcio, donde una minoría de latifundistas grecoparlantes y absentistas de Alejandría
dominan a muchos campesinos aborígenes que hablan egipcio. Estos problemas se
agudizan si aquellos latifundistas siguen fieles al paganismo y en cambio sus
campesinos son cristianos.
3) La antedicha separación
entre Alejandría y el resto de Egipto.
4) Los
disturbios entre cristianos y paganos que acompañan en todas partes, pero sobre
todo en Alejandría, las destrucciones de templos paganos por los monjes en
primer lugar y secundariamente por los obispos. En el seno de este panorama san
Martín de Tours tiene altercados con campesinos paganos antes de la muerte del
emperador Graciano en 383[13], el
obispo Marcelo de Apamea muere en 388, cuando arrasa el santuario de Aulón
junto a Apamea[14]
y se producen muertos y heridos entre los monjes que en 399 envía san Juan
Crisóstomo a Fenicia con el propósito de destruir los templos y los bosques
sagrados del paganismo[15]. Sin
embargo los mayores disturbios acaecen en Alejandría, con la destrucción del Serapeum
en 391, por orden del obispo Teófilo[16].
Bibliografía
BACHT, H., Ein verkanntnes Fragment der koptischen Pachomius-Regel, Le
Muséon 75, 1962, páginas 5-18.
BARNARD, L.W., The Date of St. Athanasius’ Vita Antonii, Vigiliae
Christianae 28, 1974, páginas 169–175.
BOISSONADE, J.F. (ed.), Eunape de Sardes. Vie des Sophistes,
Amsterdam, 1822.
BOON,
A., Pachomiana Latina, Lovaina, 1932.
BRENNAN, B.R., Dating Athanasius’ Vita Antonii, Vigiliae Christianae
30, 1976, páginas 54–56.
CAUWENBERGH, P. VAN, Étude sur les moines d'Égypte depuis le Concile de
Chalcédoine (451) jusqu'à l'invasion arabe (640), Milán (reimpresión),
1973.
CAVALLERA, F., Saint Jérôme, sa vie et son oeuvre. T. I (Spicelegium sacrum Lovaniense I), Lovaina y París, 1922.
FERNÁNDEZ,
G., Destrucciones de templos en la antigüedad tardía, Archivo Español de
Arqueología 54, 1981, páginas 141-156.
FERNÁNDEZ, G.,
La cristianización de la
Filosofía antigua en Atenas y Alejandría, Arbil nº. 112,
2007, http://www.arbil.org/112filo.htm.
FERNÁNDEZ, G.,
Un personaje olvidado en la iglesia egipcia del siglo IV: el Obispo San
Serapión de Thmuis, Arbil nº. 116, 2007, http://www.arbil.org/116gonz.htm.
FONTAINE, J (ed.), Sulpice Severe. Vita Martini (Sources Chrétiennes
nº. 135), París, 1967.
HARDY, E.R., Christian Egypt: Church and People. Christianity and
Nationalism in the Patriarchate of Alexandria, Nueva York, 1952.
KRAUTHEIMER, R., Rome. Profile of a City, Londres, 1980.
LABRIOLLE, P. De (ed.), Vie de Paul de Thèbes et Vie d’ Hilarion,
París, 1906.
LARSOW, F., Die Fest-Briefe des heiligen Athanasius, Bischofs von Alexandrien,
Gotinga–Leipzig, 1852.
LEGRAND, Ph. E. (trad.), Saint Jean Chrysostome. Contre les détracteurs de
la vie monastique, París, 1933.
MORIN, G (ed.), Consultationes Zacchaei et Apollonii, Florilegium
Patristicum 39, Bonn, 1935.
WEINGARTEN, H., Der Ursprung des Mönchtums im nachconstantinischen
Zeitalter, Gotha, 1877.
Universidad de Valencia
Área de Conocimiento
de Historia Antigua
Avenida de
Blasco Ibáñez 28
E - 46010
Valencia
ESPAÑA
[2] EUSEBIO DE CESAREA, Historia Eclesiástica VI,
42.
[4] TEODORETO DE CIRO, Historia Religiosa 10 y
SOZOMENO, Historia Eclesiástica VI,23 y 24.
[6] SAN ATANASIO DE ALEJANDRÍA, Índice de la versión
siríaca de las Cartas Pascuales, en Patrología Griega 26, columna
1353; Carta Pascual para el año 339 d.C., en Patrología Griega
26, columna 1410, y Vida de San Antonio Abad 69-71.
[7] SAN ATANASIO DE ALEJANDRÍA, Vida de San Antonio
Abad 82 y 91.
[9] SAN ATANASIO DE ALEJANDRÍA, Tomo a los antioquenos
4, en Patrología Griega 26, columnas 808 y 1430.
[12] BESA DE ÁTRIPE, Vida de Shenuda 81,2 y
85,6.
[16] SOZOMENO, Historia Eclesiástica VII,15;
SÓCRATES EL ESCOLÁSTICO, Historia Eclesiástica V,16;
RUFINO DE AQUILEYA, Historia Eclesiástica XI,30, y TEODORETO DE
CIRO, Historia Eclesiástica V,22.
Subscribe to:
Posts (Atom)